La reserva ecológica «Monte de los Ombúes» es uno de los atractivos naturales más asombrosos que posee nuestra ciudad.

Reserva ecológica

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El ombú -nombre que proviene del guaraní- no es un árbol sino una hierba gigante, que crece naturalmente de forma aislada en la Argentina, Uruguay, Paraguay y sur de Brasil, pero no en formación boscosa, tal como sucede en Victoria.

El tronco del ombú es un tallo muy ancho y tierno, que conserva el agua y en el que se alternan capas leñosas con capas blandas. El diámetro del mismo puede llegar hasta los 3 metros y su denso follaje puede alcanzar los 18 metros de altura.

Pero a pesar de su gran tamaño, el ombú no puede ser utilizado en carpintería debido a que su consistencia es esponjosa, ni tampoco como fuente de calor ya que no arde.

La PHYTOLACA DIOCA, denominación científica del ombú, se caracteriza por su larga vida -perceptible en el ahuecamiento de su tronco- y fortaleza. Se sujeta al suelo por raíces fuertes y de gran extensión. Las flores forman racimos y son femeninas en algunos ombúes y masculinas en otros. Los frutos parecen pequeños tomates achatados de color verde, que se ponen amarillos al madurar y tienen en su interior las semillas. Las hojas son alargadas, pecioladas y tienen nervaduras; éstas se conservan en la planta hasta después de las primeras heladas.

El ombú resiste

A pesar de que el ombú posee particularidades dignas de admiración, tales como la hermosura de su sombra, la resistencia a la sequía, etc. (cualidades que fueron valoradas por especialistas en flora de diversos países para llevarlo a España, California y el norte de África), ha afrontado, en su propia tierra, tiempos de deforestación implacables. 

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En los últimos años, algunos productores rurales han eliminado cientos de ejemplares de esta especie, pero no debido a la tradición campestre que suele conceptuar al ombú como portador de males y receptor de rayos, sino bajo la premisa de que este símbolo de la pampa quita posibilidades de cultivo. Un solo ombú ocupa entre 10 y 20 metros cuadrados fértiles y dificulta el trabajo de las máquinas agrícolas.

Como contrapartida de ello, en noviembre de 1999, alumnos de las escuelas de Victoria plantaron nuevos ombúes en la reserva ecológica. Todo un ejemplo para los mayores.

Pero también la literatura redescubre la significación profunda que tiene el ombú para nuestra comunidad y deja entrever la importancia de lograr su preservación. Esto se aprecia, de manera inigualable, en el poema Monte, creación del encumbrado escritor victoriense Gaspar L. Benavento:

«Sobre el propio montón de sus raíces

Se echa el ombú sin descargar su carga,

Su leve carga de verdor y nidos,

triste de tanto contemplar la pampa.

Se enamoró una vez de las colinas

Y otra del manantial que se alejaba;

Guardó fidelidad a las colinas

Y entregó al viento sus semillas parias

Y el viento las llevó por el camino

Del manantial, su rumbo y su distancia.

Supo de su destino casi humilde,

Dio al puñal y al amor su pulpa blanda,

Al barro del hornero su tristeza

Y al hombre su amistad sin desconfianzas.

Alzó a su amparo el rancho primitivo

Y aquí, rancho y ombú dieron la patria«.